martes, 15 de mayo de 2018

Explorando nuestra sombra


Explorando nuestras sombras

Carl Gustav Jung fue el psicólogo de occidente que introdujo este concepto en la psicología profunda.

La sombra en términos psicológicos es la parte reprimida de nuestro ego o personalidad y, se refiere a los aspectos de nosotros mismos que nos resultan difíciles de reconocer y los hemos reprimido (enviado al inconsciente). Así por ejemplo, cuanto mayor sea la apariencia de fortaleza de un hombre ante el mundo, mayores serán los indicios de que tras esa fachada, se oculta una manifestación de la sombra en un carácter débil y vulnerable.

¿Cómo se manifiesta la sombra en la vida cotidiana?

Bajo la personalidad consciente, se oculta todo tipo de emociones, pensamientos y conductas negativas, como la rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el resentimiento, la lujuria, el orgullo e incluso tendencias asesinas y suicidas. Este territorio arisco e inexplorado es lo que en psicología profunda se denomina como sombra personal.

Lo que no soportamos en los demás, son aquellos atributos que nos desagradan de nosotros mismos. Es por ello que tal vez resultaría evolutivo, seleccionar aquellas características que más odiemos y aborrezcamos y empezar a comprenderlas, ya que lo que censuramos de nuestros “enemigos” no es más que una proyección oscura de nuestra propia sombra.

La exageración por defecto o exceso es el síntoma más evidente de la sombra (fascinaciones y aversiones). Una conducta es sombría cuando simplemente es exagerada y conlleva sufrimiento
(intensidad, frecuencia o duración).

la sombra se esconde, vive oculta y reprimida en nuestro inconsciente. Iluminar la sombra equivale a tomar conciencia de la misma, de esa manera la autoconciencia e integración de la sombra expande la identidad.

El encuentro terapéutico con la sombra suele comenzar en la madurez, cuando nos damos cuenta de los efectos limitadores de la represión, cuando sentimos que se tambalean las esperanzas que habíamos puesto en nosotros mismos, cuando nos damos cuenta que las cosas no son como antes, qué todo se nos cae. En cualquier caso, este trabajo empieza siempre que nuestra vida parece estancarse y perder todo su interés y sentido.


¿Cómo podemos sanar los efectos de la sombra?

La curación de la sombra es también una cuestión de amor. Amarse a uno mismo no es una tarea sencilla, es por ello que la atención y aceptación que prestamos a nuestras facetas que más nos desagradan forma parte del proceso de curación. Tomar conciencia cotidianamente de nuestras limitaciones y fallos es permanecer atentos para que la sombra no nos coja desprevenidos.

La sombra es la sello de la cara de la personalidad (yo, ego, máscara). Tomando como metáfora a una moneda, la cara quiere mostrar lo deseable por la persona y el sello empuja por mostrar lo opuesto a la cara. Aquello que nos avergüenza, nos da pánico y qué queremos dejar oculto. En un momento de la vida es necesario reconocer las sombras, observar qué parte de nosotros no hemos querido mostrar y se ha convertido en un monstruo. Se magnifica porque se ha negado y quiere salir, sea como sea. Al salir lo hace repentinamente, exageradamente. Escuchemos qué nos dice, cuál es su objetivo, y hagamos la integración de estos dos polos (cara/sello), busquemos el equilibrio entre sus contenidos y mostraremos la moneda completa.

Si solo mostramos la cara, seremos seres incompletos, a punto de estallar o sin rumbo propio en la vida. Trás la sombra que nos disgusta está el oro que hemos mantenido también oculto, por miedo a ser descalificados. De la sombra construimos el equilibrio psicológico y se iluminan nuestros dones.

El principal aprendizaje debe tener lugar en las entrañas de nuestra propia vida, atravesando períodos de sufrimiento, confusión, y rabia por las oportunidades desaprovechadas y aspectos perdidos de nuestro Yo. Las verdaderas tragedias no suponen necesariamente un fracaso porque el héroe siempre termina alcanzando la victoria, puesto que aprende a afrontar sus defectos y aceptarlos como parte de sí mismo y, experimentar una transformación mucho más valiosa que el triunfo o fracaso mundanos. La única forma posible de reconciliar los opuestos consiste en aceptarlas, escucharlas y equilibrarlas. 

El verdadero escalón a superar es el del ego.

Cuanto más dispuestos nos hallemos en sacrificar la voluntad y personalidad del ego, más oportunidades tendremos de vernos conmovidos por algo superior al ego. En terminología cristiana, diríamos que se trata de una crucifixión, a la que sigue una resurrección, en la que la voluntad del ego  da cabida a la voluntad de Ser.

Cuando empezamos a trabajar nuestras sombras, escucharlas, aceptarlas, comprender que son parte nuestra y que al conseguir equilibrar (lo mostrado con lo rechazado), vamos a ir construyendo una nueva manera de ver y hacer las cosas. El ego como protagonista empieza a desmoronarse y entiende que la completitud se logra aceptando lo que está en el inconsciente. 

¿Dónde tiene lugar este encuentro?

El lugar de encuentro de esta relación de opuestos es el mismo corazón del hombre. Sólo seremos conscientes de que somos Luz, cuando seamos capaces de abrazar compasivamente el lado oscuro de la realidad por medio de la introspección.

Para mayor información escríbeme al correo aurasilvae@gmail.com o al WhatsApp: (34) 666.140.118








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